October 31, 2011

Cielo Merecido

Agarraba las llaves y las veía como quien ve a un cómplice. Con un par de llamadas ella sabía ya qué decir para cubrirme. Mientras caminaba hacia el carro, el sonar de esas llaves en mi bolsa parecía ser la de una caja de caramelos que me hubiera comprado a escondidas.

Y así era como ponía pies en polvorosa para pasar una tarde a tu lado. Similar a la historia de la doncella en la torre más alta, no fue sino hasta después de un mes que matamos por fin a esa bestia pesada a la cual pudimos evadir sólo hasta cierto punto, sin darle una muerte digna, provocándonos una agonía lenta -agonía de vivir cuatro horas y no todos los días de la semana.

Amar, más que una necesidad gregaria, se originó como una pulsión inevitable. Reto y obligación de despertar esa parte de mi que se había resignado a dormir para no pedir comida.

Tu odio hacia mi necedad por destruir, ese visceral gusto tuyo por tomarme sin poderte detener y la ternura de tus abrazos despertaron una pasión que se extendía a ambos extremos, donde lo mismo era que pasaras tu mano por mi cuerpo desnudo a que la forzaras al rededor de mi cuello.

Simples reacciones animales como salivar con sólo ver tus ojos de lascivia descarada y cínica me sugirieron que tal vez estaba más que idiota e irremediablemente enamorada. Sin un gramo de secreto o dignidad que me dejara esconder ese instinto, vivía eso que muchos ni siquiera se imaginan sentir.

Ahora, cansados de pelear, después de establecer los roles de poder, y que ni uno ni el otro piensa escaparse, llegamos a ese punto intermedio -lo que eso signifique para personas como nosotros.

Ahora tengo mi merecido descanso, pegada a un costado tuyo.

No comments: