Se escucha en todos lados; el tiempo sana las heridas. Cuántas veces lo hemos escuchado en canciones y en las pláticas de horas en el café con las amigas? Es por los errores que no dejan de cometerse que creo que las heridas no sanan con el tiempo. Caminamos con la piel abierta a chingadazos y, como quien tiene un cilantro entre los dientes,reímos y hablamos sin saber que nuestros males son tan evidentes. Es rara la persona que tiene las pelotas de decirte lo del cilantro, creo que es aun menos usual que se digan estas cosas; oye amigo, se te está saliendo el ello por el yo y esa proyección, no qué oso. Será pena o que en realidad nadie quiere ver las heridas del otro para ignorar las propias?
Pero sí, las heridas no sanan, sólo nos acostumbramos a vivir con el dolor, a ocultarlo bien y practicar una sonrisa agria. Buscamos a nuestros verdugos en otros, uno con la misma mirada, uno con las mismas palabras y es demasiado obvio. No voy a enmendar mis errores con un tú que no eres tú. Y así, harta de buscar tus ojos en otros ojos y el subyugante roce de tu piel en otras manos decidí alejarme de los espejos.
Lo vi en ti, partes de él en casi todo tú. Los ojos y luego la risa y tal vez algunas otras cosas como los hombros y las manos. Él se convirtió en una mancha que se expandía sobre ti, justo como en la caricatura. Me quedaría a acariciarte el ego, en serio que sí, pero ando en busca de Atomsk y mientras no lo tenga todo para mi, cualquier otro asunto tendrá que esperar.
Voy a flotar por el espacio, de planeta en planeta, te buscaré y cuando te encuentre espero que entiendas si no me quedo demasiado tiempo, es sólo esto de la estabilidad que mata.
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