Después de decirte lo valioso y lo importante que eres, las luces de la calle comenzaban a prenderse. Yo debía emprender mi camino a casa. Titubeante, con la cabeza llena de derrotas, mientras caminaba sin trazos firmes de querer llegar a mi destino. Seguí un paso tras otro complaciendo los caprichos de alguna voz en mi interior. Ese no es el camino a mi casa, pero necesito un cable. Neceando con la idea del cable y que donde estaba no iba a encontrar uno bueno y barato, caminé lo que pareció una eternidad, bajo las lúces de la calle, pero con la oscuridad pesada sobre mi espalda.
Todos pasaban de largo, alegres y platicadores, tristes y distantes, indiferentes, enamorados, nunca me había sentido tan sola en la vida real, tan olvidada del destino que a cada paso que daba parecía ofrecerme su espalda en vez de una mano amiga o un oído dispuesto. Estando en frente del lugar donde podía conseguir lo que tanto me repetía que queríay como poseida por una necesidad interior de catarsis, vi la excusa perfecta; tres cervezas y comida grátis. Era una buena razón para beberme al hilo tres cervezas sin haber bien desayunado. ¿Fueron tres? ¿Mil acaso? ¿Reclamé mi comida grátis por lo menos?
Todas son preguntas para las cuales me hacen falta respuestas contundentes, razónes para actuar de una manera tan cruel. Aún ahora no las tengo. A penas puedo recordar el orden de los eventos, si no es que los eventos mismos son difíciles de recuperar. Lo siguiente que recuerdo es haberte hablado desde una casa ajena para pedir ayuda. Qué cinismo. Si sólo hubiera recordado en ese instante las exacerbadas palabras de algunas horas antes no la hubiera pedido.
Caí dormida por un par de horas, finalmente exhausta de haber destruido en una noche cosas que me había tomado meses construir. No recuerdo si soñé, los sueños son para personas con conciencias limpias y deseos puros, pero mi conciencia, manchada de sangre de las ilusiones que me había hecho de un futuro menos lúgubre, me impedía tenerlos, o recordarlos. Por lo que desperté y me di cuenta, debería dejar de estorbar aquí y empezar a buscar ayuda. Así que partí con mi mochila, con las luces vigilándome aún.
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