March 27, 2012

Pelusito

Si pudiera pasar todo lo que viene a mi mente cuando pienso en tí, habría horas y horas de un carrete que seguro todos hallarían aburridísimo. Me acuerdo perfectamente de la ropa que llevaba cuando te conocí, me acuerdo de la facilidad que tenías para hacerme reír, aún cuando otras veces también tenías acceso ilimitado a hacerme sentir mal... A últimas fechas lo único que me causaban tus comentarios era enojo. No puedo culparte; de lo que dijimos que seríamos, fuiste el único de los dos que casi completamente ha vivido como dijo que lo haría.

-¡Tómame de la mano!- comencé a llorar como una niñita abandonada, y era justo como me sentía cada que dejabas de hacer algo tan tonto como agarrar mi mano. Recuerdo que no quisiste, me dolió mucho verte enojado y sin más, con la misma facilidad con la que hicimos el plan de ir al cine, caminábamos de regreso al estacionamiento.

Como siempre, al principio fui yo la que explotó, pero después chillaba inconsolable, con la boca seca, esperando que no me abandonaras -esa maña, por si te lo preguntabas, aún la tengo, también el pánico a ser abandonada, el rechazo aún me duele mucho-. Casi aprendiste a cruzar la calle conmigo, pero ahora sólo tú sabías regresar a tu casa, aún cuando era yo la que tenía el carro. Y yo, yo sentía que se me acababa el aire. Te inventé pretextos, recuerdo que te dije que mi mamá se enojaría si regresaba sola del cine, que te quedaras conmigo. Aún no entiendo por qué te enojaste tanto.

Agarré una de tus muñecas intentando que te quedaras, sin saber qué más hacer para detenerte. Esa es una de las cosas que no he aprendido a dejar de hacer. Y cuando finalmente comprendí que estabas decidido a irte y yo obligada a regresar a mi casa, tomé el carro, lo prendí y salí del estacionamiento lo más rápido que pude. No sé, creo que pensaba en ese instante que era justo como en las películas: te encabronas y sales a todo lo que das en un arranque de... algo para luego aparecer estacionado frente a tu casa, echas la cabeza atrás hasta dar con el respaldo del asiento y suspiras. Fade to black.
Pero en cuanto salí del WTC no reconocí la calle por la que había entrado, ni por la que había salido. Es más, estoy casi segura ahora que ni siquiera sabía cuál era Insurgentes, o para tal caso que así se llamaba. Di un par de vueltas, o no recuerdo qué hice, hasta que llegando a un alto me solté de nuevo a llorar. Suena mi teléfono, eres tú. -Estás perdida, ¿verdad?- siempre pude notar cuando tu voz era cálida, a pesar de lo que hubiera pasado. -Sí.- Te dije qué veía, y llegaste hasta donde yo estaba, te subiste al carro y manejé contigo. Seguro tú me dijiste por dónde ir, seguro me tranquilizaste, sólo sé que en ese momento, a donde fuera estaba bien, tenías ese efecto en mi.

De lo que en realidad quería escribir era sobre los palillos de la justicia, pero entonces sólo tendría que escribir -jijijJAJAJAJAjujú JAJAJAJAJAJAJA- Estuve intentando recordar, pero no tengo idea de qué tanto decías, sólo que estaba llorando de la risa y que no podíamos ni comer. Me parece tonto, pero todavía ahora que me acuerdo me dan ganas de reírme.
Ya no voy ahí, ¿te dije? Nunca fue lo mismo comer ahí sin ustedes dos, aunque esa no fuera la razón por la que dejé de ir. Y la secuela de los palillos en casa de Rocío, ¿recuerdas? Cagados de la risa de por sí y para colmo: OMMM Juanitooo. ¿De cuántos lugares no habrán estado a punto de sacarnos por payasos e irreverentes?

A pesar de las buenas risas que me cargo a las 4:47 de la mañana, no es lo mismo si tú no lo puedes ver.

No comments: