cambios, cambios...

Desde secundaria, cuando conocí a mi amiga super cool a la que seguía a todos lados, se me metió a la cabeza la idea de meterme a un gimnasio y hacer... algo; pesas, kick boxing, lo que fuera que me hiciera sentir menos vulnerable. En realidad la idea fue de ella, a mi nada más me dio por seguirla. Claro que ninguna lo hizo, no mientras estabamos en la misma escuela al menos. Yo corté con mi primer novio y me metí a un gimnasio de esos para orangután, con tipos sudados y apestosos que no tenían la decencia de limpiar las máquinas que habían usado. A la semana se le acabó el encanto al triste gimnasio, pero cuando llegó el segundo novio, por pura solidaridad decidí medio hacer pilates en la mañana por mi cuenta. Ese hábito se me quedó desde entonces y yo no le veía el error hasta que decidí que era momento de subir de peso y me inscribí a una cosa ridículamente cara. No. La verdadera razón de meterme a un gimnasio fancy es que quiero cambiar muchas cosas de mi... sedentaria y rutinaria forma de ser. Como parte de la proeza he estado hablando con amigos, saliendo, en general adoptando la actitud "Yes Man", ahora me tomo más en serio mis pasatiempos y le doy menos importancia a mis love quarrells, pero hoy descubrí que por bien que me sienta conmigo, esas cosas no se van a ir. El consuelo es que tengo algo que quiero, una vida que es un poco mas interesante para mi, gente con quien compartir todos esos datos inútiles, chistes y tonterías que pienso. Por mucho que espero que esto no se convierta en el principio del fin de mi relación, si lo es, no voy a poder evitarlo y no puedo retroceder o acobardarme por ello. Ojalá que pudiera hablar al respecto...